Comisiones Obreras del País Valenciano | 29 marzo 2024.

La estacionalidad y la precariedad suavizan los efectos de la pandemia (y de una reforma laboral obsoleta)

    Los datos de la EPA del segundo trimestre del año vuelve a tener el comportamiento habitual de generación de empleo, mayoritariamente estacional y precario. Este trimestre, además, la disminución del paro sólo ha beneficiado a los hombres.

    29/07/2021.
    Concentración Subida SMI y Reforma Laboral

    Concentración Subida SMI y Reforma Laboral

    El segundo trimestre del año vuelve a tener el comportamiento habitual de generación de empleo, mayoritariamente estacional y precario. De hecho, por sectores, vuelve a ser Servicios quien más ocupación genera. La ocupación aumenta respecto al trimestre anterior en 21.200 personas (el 56’13% hombres), y respecto a hace un año en 33.300 personas (la mayoría mujeres) y respecto al mismo periodo de 2019, antes de la pandemia, la ocupación arrastra una pérdida de 47.900 empleos, lo que indica que, todavía, se está lejos del nivel de empleo precovid. En total hay 734.900 personas ocupadas, de las que el 44’6% son mujeres.

    Por su parte, el paro sufre un descenso del que sólo se benefician los hombres tanto en cómputo trimestral como anual. Respecto al segundo trimestre de 2019 hay 25.600 personas más en paro (el 60’9% mujeres). En total hay 160.600 personas en paro, de las que el 55’5% son mujeres. Estas cifras muestran que todavía no se ha recuperado la actividad previa al COVID, de todas formas, el mantenimiento de las muy necesarias medidas sanitarias y la apertura limitada de la actividad está permitiendo la recuperación del empleo pero, todavía, estamos lejos del nivel de empleo y actividad anterior a la pandemia.

    En relación a la evolución de la población activa se registran subidas en cómputo trimestral y anual, lo que muestra la reacción de las familias ante el parón productivo, esto ha hecho que se aumente la población disponible para trabajar a fin de completar la caída de ingresos familiares. En esa línea destaca la caída del número de personas inactivas del grupo “labores del hogar”, en general, mujeres que deben incorporarse a la búsqueda de empleo (una tendencia, como el grupo de “estudiantes” normal en temporada alta de empleo). De todas formas, respecto a antes de la pandemia, la caída de la población activa es notable (-22.300) y la subida de la inactividad también (+58.600), una cifra ésta que suele esconder a un buen número de personas en paro, disponibles para trabajar pero que no cumplen con los requisitos de la estadística EPA para ser consideradas en paro.

    Hay que considerar positiva la tendencia a la paulatina recuperación del empleo tras el monumental parón que ha supuesto, y todavía sigue suponiendo, la pandemia. Pero no hay que lanzar las campanas al vuelo, estos datos nos tienen que mantener en la necesaria tensión porque el combate con la epidemia no ha terminado, no hay que bajar la guardia y creer que ya estamos en la nueva normalidad. Nada más lejos: en realidad, a lo que nos acercamos es a la vieja normalidad, es decir, empleo precario, estacional y en el que las mujeres están especialmente discriminadas. De ahí que sea urgente la transformación del modelo productivo y de la normativa laboral. Hay que señalar que el sector servicios es el único que recupera ocupación tanto en cómputo trimestral como anual como bianual, es decir, es el único que presenta más ocupación respecto a antes de la pandemia. Esto muestra que es un sector refugio cuando vienen mal dadas y se refleja, además, el empleo generado para luchar contra la pandemia. Es también preocupante la mala evolución del sector industrial, por lo que habrá que estar vigilantes a esa situación.

    La curva de la precariedad y del desempleo se reduce pero de forma lenta, al ritmo de la disminución de las medidas sanitarias y, como siempre, con la marca de la estacionalidad, la precariedad, el machismo y el monocultivo de servicios. Es un momento estratégico para, además de aumentar el SMI, que aumentaría la capacidad de compra de trabajadores y trabajadoras, para poner fin a una legislación laboral, la reforma de 2012, que no sólo no protege los derechos laborales sino que los deteriora de forma perversa. Hoy en día, la reforma laboral de Rajoy es un obstáculo para el buen funcionamiento de la actividad productiva y hasta para la cohesión social.