Comisiones Obreras del País Valenciano | 3 julio 2025.

Abogados comunistas en los tiempos más oscuros del franquismo: las vidas cruzadas de Enrique Blanes e Higinio Recuenco

  • Artículo publicado en ElDiario.es Comunitat Valenciana

El sindicato Comisiones Obreras del País Valenciano rinde homenaje a los dos juristas con motivo de la publicación de la guía 'Rutes de la memòria obrera', en un acto que contó con la participación de sus hijas.

14/06/2025.
Higinio Recuenco en la cárcel de Burgos. (Imagen de Eldiario.es Comunitat Valenciana).

Higinio Recuenco en la cárcel de Burgos. (Imagen de Eldiario.es Comunitat Valenciana).

Enrique Blanes (Alcoi, 1913 - València, 1970) e Higinio Recuenco (València, 1915 - 1998), abogado y procurador, disfrutaban de una vida relativamente plácida, en la medida de lo posible, en la España franquista de los años cincuenta, tras haberse librado por los pelos del pelotón de fusilamiento, a consecuencia de su enrolamiento en las filas comunistas del Ejército republicano en la Guerra Civil, y tras haber sobrevivido a las terribles cárceles de la posguerra. Sus vidas profesionales comenzaban a despuntar, sus hijas estudiaban en la Alianza Francesa, refugio educativo del exilio interior en la ciudad, y los domingos pasaban el día en El Saler, entre las dunas y el bosque que linda con l'Albufera.

En 1958, un viejo conocido enviado desde Francia por el Partido Comunista de España (PCE) les instó a crear un grupo clandestino de intelectuales, en el marco de la nueva estrategia de reconciliación nacional, tras las cíclicas detenciones de las células formadas en la ciudad desde la década anterior, siempre acechadas por la Brigada Político Social, la policía política de la dictadura. Cayeron al año siguiente: Recuenco sufrió durísimas torturas en comisaría y acabó en la prisión de Burgos y Blanes pudo evitar, de milagro, la detención y se tuvo que exiliar en París. “¿Cuáles fueron los móviles que los movieron a tomar estas decisiones tan graves y valientes?”, se pregunta la historiadora Dolores Sánchez Durá, criada al calor de la amistad con ambas familias.

El interrogante sobrevoló durante todo el acto de homenaje organizado este pasado jueves por el sindicato Comisiones Obreras en el Ilustre Colegio de Abogados de València, que contó con la emotiva evocación de ambos personajes por parte de sus hijas. 

“La amistad de mi padre con Higinio duró toda su vida”, recordó Estrella Blanes, magistrada jubilada y destacada figura de la asociación Jueces y Juezas para la Democracia. Eran dos hombres “alegres, cultos y muy buenos padres y esposos”, dijo Blanes. En la casa familiar, el abogado siempre recordaba la historia de Alberto Sánchez Mascuñán (Cartagena, 1913 - México DF, 1995), otro camarada comunista que, en plena posguerra, acató la orden del PCE de regresar a España desde su tranquilo exilio mexicano para acabar cumpliendo 15 años de prisión en Burgos tras su detención a manos de Roberto Conesa. Si Sánchez Mascuñán, uno de los personajes principales del libro Aquí no hemos venido a estudiar (Arpa, 2020) del periodista Enric Juliana, se salvó del pelotón de fusilamiento tras su detención y torturas a manos de la Brigada Político Social fue, en parte, por la ágil reacción de Enrique Blanes.

Una opción, la de aceptar tan peligrosa propuesta, que el abogado y su amigo procurador no dudaron en asumir en la década siguiente. “Fue muy duro para las familias, lo tengo todo grabado, no se me olvida nada”, dijo Teresa Recuenco. La hija del procurador, muy querido en los tribunales de València, recordaba que la primera vez que la familia pudo ir a visitar al preso político tras su detención, su madre, Teresa Rosado, no se la llevó: “No estaría mi padre ni visible con las corrientes que le habían dado”.

Las trágicas andanzas de Blanes y Recuenco aparecen documentadas en el segundo tomo de la guía Rutes de la memòria obrera, editada recientemente por la Fundació d'Estudis i Iniciatives Sociolaborals (FEIS) de Comisiones Obreras del País Valenciano y de la que Dolores Sánchez Durá es coautora. La guía reproduce documentación de archivo de los sumarios militares de la época, así como el informe elaborado por Antonio Cano, entonces jefe de la Brigada Político Social en València, sobre Enrique Blanes, del que dice que, “en su calidad de abogado, ha defendido a elementos destacados del Partido Comunista”.

En los papeles de la época, acompañados por fotografías de archivos privados de los descendientes, salen reseñados otros destacados militantes comunistas de la época: Pepe Bonet, Abelardo Gimeno o Emeterio Monzón, todos ellos víctimas de la represión franquista. Blanes y Recuenco formaban parte de aquella generación que se fogueó en la Federación Universitaria Escolar (FUE) contra la dictadura de Primo de Rivera, que abrazó la democracia y cierta modernidad en la II República y que, con el golpe de Estado de 1936, se fueron voluntarios al frente de batalla.

Higinio Recuenco fue destinado al frente de Teruel y llegó a ser jefe de Estado Mayor de la 46 División del Ejército Popular. Enrique Blanes, por su parte, fue comisario político de la Escuela Popular de Guerra de Paterna (València), tal como recuerda el informe del conocido policía Antonio Cano, quien llegaría a ser jefe superior de Policía de la capital del Túria hasta su fallecimiento en 1972.

Dos “elementos peligrosos” para el franquismo

Condenados a muerte tras la entrada de las tropas del bando franquista en València, sus sentencias serían finalmente conmutadas. Tras varios años en diferentes prisiones, fueron liberados en 1943. Cuando, en 1959, resultaron detenidos de nuevo, Antonio Cano tildó a Blanes de “elemento peligroso” para la dictadura que no había cejado “un solo momento en sus actividades contra el Régimen”. Su amigo procurador era exactamente igual.

Tras la visita en 1958 de Abelardo Gimeno Lleteta, compañero de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) exiliado en Francia, con la propuesta de formar un grupo de intelectuales en el marco de la reorganización clandestina del PCE en València (el sector obrero había caído poco antes), Blanes y Recuenco se habían movido para forzar, junto con otros sectores de la oposición más moderada, una Junta Extraordinaria del Colegio de Abogados, dominado por letrados falangistas, para adherirse a una campaña en favor de la democracia. Perdieron la batalla con 149 votos en contra de la resolución y 43 a favor, de un total de 500 asistentes, según el informe de Blanes para la dirección del PCE.

Una jugada “de tipo comunista que trataba de soliviantar la opinión de los jurisconsultos valencianos enmascarando el significado político de la maniobra, con supuestas reivindicaciones de carácter social”, según el informe de la Brigada Político Social. El 3 de junio de 1959 llegó la caída. Primero fue detenido su casa Higinio Recuenco. Enrique Blanes ejercía en ese momento de testigo de una boda y, alertado de la situación, pudo huir para exiliarse más tarde a París.

Dolores Sánchez Durá, gran conocedora de ambas familias y de los linajes comunistas de la ciudad de aquella generación, explica en la guía de las Rutes de la memòria obrera: “Higinio fue salvajemente torturado e ingresó en prisión, primero en la Modelo de Valencia y luego en el penal de Burgos. Las palizas y las corrientes eléctricas dejaron huella en su cuerpo y en su alma. Era un hombre acostumbrado a la gimnasia y amante de la natación, probablemente eso le salvó la vida, porque su musculatura resistió y protegió sus órganos vitales. Además, era muy activo y en Burgos, en condiciones físicas muy duras, aprovechó ese tiempo de silencio para estudiar y aprender varios idiomas, entre ellos el Esperanto”.

Por su parte, Blanes se asentó en Francia y se desencantó con el PCE tras la expulsión de Jorge Semprún y de Fernando Claudín en 1964. A su hija, aquella etapa le recordaba mucho a la estupenda película La guerre est finie, dirigida por Alain Resnais y con guion de Semprún. Se estrenó en 1966, aunque a las salas de cine españolas no llegaría hasta 1977 (Estrella Blanes destacó que está disponible en Filmin).

Una biografía “asombrosa”

El abogado, que bien podría haber sido uno de los personajes del film de Resnais, movió cielo y tierra para volver a España con su mujer, Carmen Rodríguez, junto con sus dos hijas. El tribunal militar y el nuevo Tribunal de Orden Público (TOP) se pasaron la patata hasta que el abogado pudo regresar a València y del expediente “nunca más se supo”.

Cuando volvió en 1965, “también sufrió a sus hijas, en plena rebelión adolescente”, tal como recordó con emoción Estrella Blanes. Más tarde, ella y su hermana Carmen serían detenidas, formando parte de una nueva generación de opositoras al régimen franquista. “Higinio y él siguieron trabajando juntos y siendo amigos”, apostilló.

Estrella Blanes ha estudiado toda la documentación que ha podido localizar sobre su padre. Repasando el sumarísimo de urgencia del coronel Eymar, “conocidísimo por la dureza de sus sentencias”, se acordaba “un poco” de algunos de los fallos “actuales” dictados por “algún tribunal español”, dijo medio en broma medio en serio, con elegante humor de jueza jubilada.

En 1970, Enrique Blanes sufrió un infarto mientras ejercía su profesión en la Audiencia Territorial de València y falleció pocos días después. “Mi padre murió en libertad provisional”, recordaba su hija.

Una biografía —la de Blanes y Recuenco— “asombrosa”, aunque “entonces” le pareciera “muy normal que fueran capaces de volver al terreno de la lucha”, dijo la hija del primero. “La historia familiar es un poco la historia de este país, fueron hijos de su tiempo”, según Estrella Blanes. Cuando se incorporó a la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia, aún había funcionarias que recordaban con mucho cariño al procurador Recuenco (“mi tío Higinio”).

La memoria de la abogacía democrática

El recuerdo de ambos amigos no es fácil para sus hijas. Teresa Recuenco evocó las visitas a su padre en la prisión de Burgos, siendo apenas una cría: “Yo salía con una llorera de pasmo, horrible”.

Dolores Sánchez Durá, ligada a través de su progenitor a las familias Blanes y Recuenco por una conexión con “connotaciones profundamente afectivas”, también relató la experiencia de los padres de sus “mejores amigas de la infancia y de la adolescencia” desde la óptica de la memoria traumática que se enfrenta a la reconstrucción del pasado. “Costó mucho dolor”, dijo la historiadora. “Que la presencia de mi padre se mantenga en la profesión”, pidió Teresa Recuenco.

En la sala escuchaban atentamente descendientes de algunos protagonistas de esta historia, como Pepe Bonet u otro de los abogados clave: Alberto García Esteve, el activo letrado comunista que ejerció la defensa jurídica de gran parte de la oposición valenciana a la dictadura y batalló sin descanso ante el TOP para intentar librar de la cárcel a cualquiera que se opusiera al régimen.

Tras el emotivo acto, uno de los asistentes se acercó discretamente a saludar a Judith García Hernández, hija de Alberto García Esteve, para agradecerle que hace casi medio siglo su padre le defendiera en las postrimerías de la dictadura. Hay cosas que no se olvidan.